Ahora a derrotarlos en las calles
El reciente proceso electoral municipal y regional ha tenido un resultado indiscutible: los grandes derrotados fueron el conjunto de la derecha y el gobierno aprista. La plaza donde se decidió el resultado fue nada menos que la Capital de la República, donde inicialmente el triunfo lo tenían "asegurado" el continuismo que hace años no pierde una elección pero sorpresivamente se impuso Susana Villarán, la candidata identificada como “izquierda moderna”.
Para la burguesía el resultado ha sido de infarto y aún hoy cree estar viviendo una pesadilla. Todos se unieron en santa cruzada, desde el fujimorismo ultrarreaccionario, los partidos tradicionales, el cura Cipriani, los miembros más pintados de la patronal y hasta el propio Presidente y el alcalde en ejercicio; y sacaron todas sus armas incluida la más inmunda de las campañas de la que se tenga memoria, en un esfuerzo desesperado por asegurar el triunfo de Lourdes Flores del PPC, devenido por las circunstancias en la candidata de los “ricos”. Pero esta candidata perdió. Incluso mediante un conteo bochornoso que desnuda un sistema electoral organizado para el fraude, se pretendió restarle fuerza a la victoria a Susana Villarán y hacer menos sufrible la derrota de la derecha.
¿Pero, en realidad, qué paso? Desde ambos lados del espectro político y del panorama de clase se hace la misma pregunta. Se han ensayado infinidad de explicaciones, unos más absurdos que otros. Entre la gente del pueblo y sectores obreros existe la sensación de que se ha derrotado a la candidata de los grandes capitalistas, a la candidata del soberbio Alan García, del cuestionado alcalde Castañeda, de la reacción fujimorista, en general aquello que simboliza el abuso del poder contra los más indefensos como en el "baguazo", o como ocurre con los abusos patronales, los despidos cotidianos en las fábricas, la corrupción rampante expresada hasta en el hecho de que la propia Lourdes Flores no tenía empacho en defender su condición de ser abogada de un personaje acusado de vínculos con el narcotráfico.
Con su desesperada campaña y guerra sucia, todos ellos en conjunto, y la cuota de la propia Lourdes Flores, terminaron por contribuir con el triunfo de Susana Villarán. La víctima se convirtió en heroína sencillamente porque supo empatar con el sentir de la gente.
Pero además, el triunfo de Fuerza Social que gratuitamente la burguesía asoció con la “izquierda radical” y hasta con el “terrorismo”, en lo que hace al voto popular expresa el malestar profundo del pueblo con el modelo económico que se aplica y que enriquece a los ricos y empobrece más a los pobres, expresa la bronca acumulada durante años y que tiene crispado al país contra un modelo de crecimiento que llena los bolsillos de los capitalistas mientras saquea nuestros recursos naturales y paga salarios de miseria. La reacción de los de arriba se explica porque ellos no pueden tolerar que se cuestione el plan que los hace más ricos.
Susana Villarán ha sido la gran benefactora porque, para algunos sectores, la presencia de Patria Roja no fue vista como una amenaza, mientras que para otros su identificación o cercanía con la izquierda era vista más bien con simpatías por la posibilidad que trajera algo nuevo como transparencia en el ejercicio del cargo, cercanía con las necesidades de la gente y esperanzas de cambio en la política económica. El resultado electoral en Lima refleja en esos términos lo que ocurrió en todo el país el pasado 3 de octubre, donde también la derecha y el propio Alan García fueron los grandes derrotados, a pesar de la significativa votación y alcaldías obtenidas. El “sólido norte aprista” no existe más, los partidos tradicionales han desaparecido para dar lugar a múltiples caudillos locales y regionales poniendo de relieve una disgregación política del país que lo hace “ingobernable”, y en algunas regiones han sido encumbrados candidatos denominados “antisistema”, precisamente donde se protagonizan los mayores enfrentamientos con la actividad minera y energética.
¿Ganó la izquierda?
¿Pero, en realidad, ganó la “izquierda”? Varios diarios del mundo y comentaristas locales titularon de esta manera el triunfo de Susana Villarán, y esa es la apariencia que ha quedado. Pero no es así. Fuerza Social es un partido que, como muchos otros (Toledo y García y hasta PPK), se autodenominan de “centro izquierda” en tiempos en que la derecha como la izquierda han devenido en malas palabras.
Su programa -todo el mundo lo reconoce- no difiere mucho del programa de Lourdes Flores. Por eso una cosa es el contenido o significado político del voto por Susana Villarán y otra cosa es lo que ella piensa y se propone hacer.
Incluso toda la conducta de Susana Villarán después de su victoria muestra que encaja en el sistema: ha dicho que va a gobernar en armonía con Alan García, que va a hacer equipo con los alcaldes del PPC y con sus técnicos, y hasta ha convocado a todos los partidos al Acuerdo por Lima, un acuerdo programático y de gobierno, se entiende (en este contexto, la prometida auditoría a la gestión de Castañeda va cambiando de tono). Y ante las presidenciales, para desazón de todos los que la apoyaron desde la “izquierda”, rechaza todo acuerdo con Ollanta Humala y vocea un acuerdo con Alejandro Toledo, que después de haber gobernado con la derecha tiene la frescura de seguir reclamándose de “centro izquierda”.
Esto, por donde se le mire, no es “izquierda”. Si se quiere, es la “izquierda” moderna, la recordada "izquierda responsable" que aludía el Apra en los ochentas, y cuyo significado hemos conocido en todo este tiempo, en fin la "izquierda" liberal al gusto de la burguesía; esto es, una izquierda que se muestre más cercana a la población pero que, en el gobierno, no cambie nada y garanticen las condiciones para que los capitalistas sigan realizando grandes negocios. Por eso no hay nada de qué sorprenderse.
Fuente: Bandera Socialista nº 64, Noviembre 2010