Por Francis Portocarrero Vivanco*
El 20 de agosto se cumplen 69 años del asesinato en México de León Trotsky, presidente del soviet de San Petersburgo en 1905 y 1917, posteriormente encabezó la lucha contra la burocratización del Estado nacido de la revolución y por la regeneración del partido bolchevique, luchó por la democracia interna en contraposición al totalitarismo burocrático de Stalin, a su modelo de partido único monolítico y al manejo burocrático y totalitario del Estado.Los soviets –o consejos– obreros y campesinos (al igual que los consejos de soldados) fueron –tanto en Rusia, en 1905 y 1917, como (después de la Primera Guerra Mundial) en Alemania, Austria-Hungría o incluso Italia en 1920– una creación de la clase trabajadora, de su sector más decidido, culto y organizado, no de los partidos. Los consejos o soviets eran el organismo político de coordinación y discusión plural y democrática de todas las ideas que circulaban entre los trabajadores. Trotsky, presidió en 1905 y en 1917, estos organismos democráticos y revolucionarios. Los bolcheviques para ganar la mayoría tuvieron que luchar al interior de estos organismos de obreros campesinos y soldados enfrentando sus ideas y propuestas con las otras tendencias obreras, oportunistas y reformistas, antes mayoritarias. Una vez en el gobierno soviético, el partido bolchevique dirigido por Lenin y Trotsky, no fue el único ni mucho menos monolítico. En el partido bolchevique había, en efecto, libertad de tendencias y una intensa discusión entre las diversas corrientes en la que Lenin muchas veces quedó en minoría, y en el gobierno, además de los bolcheviques –en cuyo partido confluyeron muchísimos anarquistas– estaban los mencheviques internacionalistas y los socialistas revolucionarios de izquierda.La concepción de Trotsky fue siempre la de Marx: “la liberación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos”, no de una minoría, una vanguardia autodesignada o iluminada. El partido es sólo un instrumento, en el mejor de los casos puede ser un maestro y un organizador, nunca el sustituto de quienes declara servir y ser instrumento. La base de la construcción del socialismo es la autogestión, como la expresada en los soviets (consejos) que cumplen el papel del Estado porque legislan, controlan, deciden sobre los recursos, todo sobre la base de las asambleas y de la libre discusión entre las diferentes tendencias, organizadas partidariamente o no.Poco antes de morir Lenin, enfermo y postrado estaba preocupado por el giro que iba tomando el partido bolchevique en manos de Stalin, veía el peligro de que el partido se burocratizara y anulara la vida interna, hechos que podían llevarlo a su autodestrucción y propuso a Trotsky dar la batalla juntos contra esta desviación. Pero sólo planteó la lucha y no tuvo tiempo de iniciarla debido a su muerte, dejando a Trotsky prácticamente solo en esta pelea. Trotsky reivindica la concepción del partido de Lenin para combatir las calumnias de Stalin y sus que lo acusan de advenedizo, de antileninista y antibolchevique, e inventan un dogma que lo llaman “marxismo-leninismo” que nada tenía que ver con Marx o con Lenin y su método de análisis revolucionario de la sociedad.Trotsky lucha contra Stalin en nombre del breve periodo de vida del partido que hizo la gran revolución de octubre, bajo la dirección de Lenin y por una concepción contrapuesta a Stalin y la burocracia, mucho más rica, profunda y amplia de la revolución y del socialismo. En cuanto a los soviets, sigue luchando por revivirlos y hacerlos, pugna hasta su muerte para que los soviets o consejos de trabajadores reemplacen a los organismos estatales de mediación, como los sindicatos burocratizados, para ayudar a construir así la independencia política y la conciencia de los trabajadores, y para afirmar su autoconfianza y desarrollar sus capacidades de decisión políticas y administrativas.Frente a quienes creen que el socialismo caerá a los trabajadores como un nuevo manáo que vendrá de la mano de un líder iluminado, Trotsky aboga por el socialismo con democracia de los organismos obreros y de masas por la autogestión y plantea que para ello la clase obrera debe construir la subjetividad política revolucionaria tanto a nivel internacional como en el plano nacional. Podemos resumirla en la frase: la crisis de la humanidad es la crisis de dirección revolucionaria. Es el hilo rojo que marca toda su vida política. Debido a esta postura fue expulsado de la, perseguido no solo por los capitalistas de todo el mundo sino por la burocracia stalinista, porque era inasimilable e incorruptible. Por eso también le rendimos homenaje en un momento en que muchos pretenden construir el socialismo fundamentalmente desde arriba, con el aparato estatal, desde el aparato estatal, con los trabajadores actuando apenas como coro o como comparsa.
*Es militante y miembro de dirección de la Liga Socialista
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