La violencia contra la mujer trabajadora no cesa

En 1981 se celebró en Bogotá, Colombia, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Ahí se escogió el 25 de noviembre como el Día Internacional de la No Violencia contra las Mujeres conmemorando la muerte de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de República Dominicana brutalmente asesinadas en 1960 por el entonces dictador Rafael Leónidas Trujillo. En 1999 la ONU ratificó esta fecha para conmemorar el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Desde entonces, lejos de disminuir, la violencia contra la mujer ha tomado visos de pandemia según la propia ONU. Según datos de octubre de 2010, el 59% de las mujeres"sufren diferentes tipos de violencia física, sexual, psicológica y económica dentro y fuera de sus casas". En Brasil, cada cuatro minutos una mujer es agredida y golpeada dentro de su propia casa; diez mujeres son asesinadas por día. Casi siempre el cadáver desaparece, es tirado a un río, empalado o tirado a los perros. En todos los casos las víctimas hicieron denuncias a la policía, apelaron a la ley. Pero no se salvaron. La tasa de pobreza es un 5% mayor en los hogares encabezados por mujeres que por hombres en Colombia, República Dominicana, Jamaica o Venezuela, pero en El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Perú superan ese porcentaje. Cada año en el mundo, un millón de menores y otro millón de mujeres, se convierten en esclavas sexuales.

En el mundo, una de cada cuatro mujeres ha sido violada en algún momento de su vida. Cerca de 120 millones de mujeres han padecido mutilaciones genitales. Principalmente las mujeres y niñas han sido, como en épocas remotas, botín de guerra en los conflictos armados de África, América Latina y Europa. En Colombia, según la revista Semana, de los ataques sexuales contra las mujeres cometidos desde 1993 al 2008, el 58% fueron cometidos por paramilitares; el 23% por integrantes de la fuerza pública, y el 8 por ciento por guerrillas.
A pesar de que en los países existen leyes que protegen a las mujeres, la impunidad campea, especialmente en los países llamados en desarrollo. Muestra de ello son los casos mencionados de Brasil, los asesinatos sistemáticos de Ciudad Juárez en México, los recientes asesinatos y violaciones de niñas perpetrados en Arauca, Colombia por un miembro de las FFMM, o las sistemáticas violaciones de mujeres realizadas por miembros de los cascos azules de la ONU, en Somalia y Haití.

La crisis económica mundial ha lanzado alrededor de 60 millones de trabajadores al desempleo y la pobreza. Según la a Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la desocupación afectará a los grupos más vulnerables de la población mundial, a jóvenes, inmigrantes, trabajadores temporales y mujeres. Si tenemos en cuenta que de los jóvenes, los trabajadores temporales e inmigrantes una buena parte son mujeres, podemos concluir que las mujeres están cargando la peor parte de la crisis.

Conclusión, el capitalismo se ensaña contra los sectores más débiles de la sociedad. Los hechos demuestran que esta sociedad capitalista y patriarcal nunca protegerá a las mujeres, en especial a las trabajadoras y pobres que son las más atacadas. Podemos conseguir leyes, pero después estas no se aplican. Una razón más para acabar con el capitalismo. No erradicaremos definitivamente esta violencia hasta que acabemos con él y lo reemplacemos por la sociedad socialista sin explotación ni opresión y donde reine la igualdad y solidaridad entre hombres y mujeres

La criminalización del aborto es otra forma de violencia contra la mujer
La sociedad capitalista condena a la mujer que se practica un aborto. Esa misma sociedad que la condena ha envilecido la sexualidad femenina en el ámbito público y privado, ha prostituido a la mujer y la utiliza como objeto sexual, pero al mismo tiempo la censura cuando ejerce libremente su sexualidad. La gran mayoría de los países no garantiza una adecuada educación sexual en las escuelas y tampoco proporcionan anticonceptivos en forma gratuita. A las mujeres se las quiere mantener sumisas mediante ideologías falsas de la clase dominante y los sectores más retardatarios de la sociedad; de manera consciente se les niega el conocimiento y dominio de su propio cuerpo, de su sexualidad y el control de la reproducción, no sólo para mantener el machismo como mecanismo de opresión, sino para perpetuar la explotación de la mano de obra femenina que es más barata que la masculina. Las mujeres de la clase trabajadora y de los sectores más pobres de la sociedad, condenadas a tener hijos de embarazos no deseados, no pueden garantizarles las mínimas condiciones materiales y emocionales para un desarrollo armónico adecuado. El sistema capitalista condena a esos niños a ser presa fácil de las peores lacras de la sociedad, la delincuencia, la drogadicción o el desempleo.

Las cifras de abortos clandestinos y de muertes de mujeres relacionadas con el embarazo corroboran que las posturas que criminalizan aborto y que dicen defender la vida, no son más que hipocresía. Veamos las cifras: En el mundo hay 75 millones de embarazos no deseados por año y 50 millones de abortos inducidos, 20 millones de abortos realizados en condiciones de riesgo y 600.000 muertes maternas.

Es especialmente nefasto el papel de la Iglesia Católica, llena de abusadores de mujeres y niños, que no sólo enfrenta la legalización del aborto, sino también el uso de preservativos, condenando a sus jóvenes seguidores a contagiarse del SIDA.

Por otro lado, en los trabajos precarizados, los únicos a los que tienen acceso la gran mayoría de las trabajadoras jóvenes, el embarazo es causa inmediata de despido, como pasa continuamente en Argentina. Otra forma de violencia contra la mujer que desea ser madre.
Este 25 de noviembre, las mujeres trabajadoras y pobres, junto a nuestros compañeros, podemos aprovecharlo para hacer conciencia de que la violencia y el maltrato son mecanismos de opresión para mantener la explotación del sistema capitalista contra miles de millones de trabajadoras y pobres del mundo. Esta fecha debe convertirse en un día de lucha y movilización por el derecho al aborto seguro y gratuito cuando la mujer no desee la maternidad; en contra del despido de trabajadoras embarazadas; por el derecho a un salario igual entre hombres y mujeres, suficiente para vivir y educar a los hijos en condiciones óptimas. Por guarderías para los hijos y educación gratuita incluyendo la educación superior tanto para hombres como para mujeres. Por casas de abrigo para las mujeres golpeadas. Castigo a los golpeadores, asesinos, violadores y traficantes de mujeres y niños, con mayor razón si son agentes del Estado.

Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI)
Secretaría Internacional de la Mujer
23-11-10

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