El viernes 1 de abril 1 800 trabajadores de las contratas de Minera Casapalca iniciaron una huelga indefinida reclamando solución a su pliego de reclamos y en protesta por los innumerables abusos que se cometen en la mina.
Uno de esos abusos es la persecución y penalización de la actividad sindical que sufren sus dirigentes, en especial Pedro Condori Laurente, secretario general del sindicato. Luego de sufrir 9 meses de prisión injusta por otras denuncias que no se demostraron, Pedro Condori fue preso por tercera vez el 11 de enero y permaneció recluido en un penal de alta seguridad junto delincuentes comunes, hasta el martes 29 de marzo en que el juez resolvió su libertad bajo comparecencia “por falta de pruebas” del un nuevo “delito” que se le imputa: “obstruir la labor de la autoridad”. La verdad es que Pedro Condori, que permaneció recluido con Antonio Quispe, secretario de defensa del sindicato, fue puesto en libertad junto con Quispe ante una infinidad de pronunciamientos de organismos de derechos humanos y de organizaciones populares y numerosas acciones de protesta.
Una gigantesca asamblea de obreros y amas de casa recibió con emoción a los dirigentes recién liberados, y desbordando su cólera ante tanto abuso patronal, acordó por aclamación el inicio de una paralización indefinida de labores, la que es acatada en forma pacífica pero total en todas las áreas de la mina, y con el desplazamiento de un grueso número de trabajadores a la capital en busca de hacer conocer sus reclamos y acompañar las gestiones de sus dirigentes que buscan solución a sus demandas.
Ante la huelga la respuesta de la empresa no se hizo esperar. Más de 500 policías con armas de combate han ocupado el asiento minero desde el primer día. “Somos trabajadores pero nos tratan como criminales”, denuncia Condori. Con esto buscan intimidar a los trabajadores, al mismo tiempo que se niegan a atender uno sólo de sus reclamos. Al aumento salarial solicitado la respuesta de la empresa es literalmente nada, ni un centavo, pese a que como todos saben las mineras vienen obteniendo altas utilidades por los altos precios de los minerales.
Ante esta actitud los trabajadores no pueden manifestar más que mayor indignación. La empresa está a la caza de nuevos pretextos para castigar a los dirigentes y activistas. En la huelga del 2007 fueron acribillados cuatro trabajadores mientras desarrollaban una huelga. Doce trabajadores han sufrido cárcel y fueron procesados bajo diferentes cargos sin que se les pruebe nada, y el ensañamiento es mayor recae sobre su principal dirigente, Pedro Condori, que está con libertad condicional y contra quien el Fiscal de Matucana, que actúa de la mano de la empresa, ha pedido cinco años de cárcel por una de las denuncias que penden sobre él.
En Casapalca los salarios apenas superan el mínimo, pese a que éste representa la mitad de lo que una familia necesita para sobrevivir según estadísticas oficiales. La jornada de trabajo normalmente es entre 10, 12 y hasta 14 horas, sin que por ello se le reconozca y pague sobretiempo a los obreros. Las condiciones de trabajo son precarias pese a las denuncias realizadas por los trabajadores y a las inspecciones y multas impuestas por las autoridades. Así, es “normal” que un trabajador labore con mascarillas vencidas y que no se renuevan hasta por tres meses poniendo en grave riesgo su salud, sobre todo por la exposición al polvo y a los gases tóxicos con los que contraen fácilmente la silicosis o la neumoconiosis. Suelen trabajar con mamelucos y botas rotas e inseguras. Las exigencias de trabajo para cumplir metas de producción a expensas de la seguridad en el trabajo han ocasionado que Casapalca sea considerada una de las minas más inseguras. El 2009 murieron cinco mineros y en 2010 cuatro. Lo peor es que los familiares ni siquiera reciben una indemnización y las mujeres e hijos de los mineros muertos deben vivir en el abandono más absoluto. Es peor: para pagarles los 2 mil soles (650 dólares) que demandan los gastos de sepelio la empresa exige a los familiares la firma de un documento que los exculpa de toda responsabilidad en la muerte del trabajador.
Casapalca es un asiento minero ubicado cerca a los 5 mil metros de altura y desarrolla labores a través de una red de galerías que llegan hasta por debajo de los 1 800 metros a donde se internan los mineros como verdaderos topos en viajes que pueden demorar hasta dos horas. La mina polimetálica es propiedad de Alejandro Gubbins, uno de los miembros de la antigua oligarquía minera nacional.
El campamento está constituido por edificaciones con cuartos de 4 x 4 metros donde son encasillados 4 mineros. “Vivimos peor que en la cárcel”, dice Condori, comparando el campamento con las cárceles donde le ha tocado vivir los dos últimos años, y que no son verdaderos paraísos. “Las camas son de cemento, no tenemos vestuario y debemos salir de dichos cuartos y volver a ellos con la ropa y botas lleno de polvo y contaminantes. El que sufre enfermedad profesional luego de 15 o 20 años de servicio, es botado y muchas veces debe morir lentamente como un perro envenenado, sin que se les reconozca nada. En el campamento la empresa no ha construido ni siquiera una losa deportiva donde los obreros puedan recrearse. No tenemos colegio para nuestros hijos que deben desplazarse a otras localidades a realizar sus estudios. Apenas contamos con un Tópico con un médico y medicinas genéricas y de poca calidad que no se da abasto para atender a 1 800 mineros y sus familias. Para los empresarios la vida del minero no vale nada.”
Hace poco, una ama de casa embarazada al no poder ser atendida en dicho Tópico fue a la ciudad más cercana donde llegó tarde, y perdió a su bebé.
Los 1 800 obreros trabajan en 13 contratistas que en realidad son testaferros de la empresa para burlar el pago de las utilidades, la acumulación de tiempo de servicios y el pago de otros beneficios de ley, además de utilizar este mecanismo como chantaje para hacer firmar contratos cada tres meses a los trabajadores a fin de desestimular la afiliación al sindicato. Con esta modalidad más de 50 trabajadores fueron arrojados a la calle durante el 2010 por reclamar la libertad de Pedro Condori. Este régimen laboral es una verdadera burla porque “la empresa de acuerdo a ley está obligada a colocar en su planilla a los trabajadores que realizan labores principales en la mina”. No obstante, ella actúa con impunidad ante los ojos de las autoridades en este y en todos los terrenos.
Los mineros de Casapalca solicitan la solidaridad activa de toda la clase trabajadora, nacional e internacional. Ellos representan la viva imagen de la realidad de la clase trabajadora peruana que es la que en estas condiciones de verdadero despotismo patronal, ha hecho posible el milagroso crecimiento que enriquece a los que más tienen, y es al mismo tiempo ejemplo de lucha por los derechos y reivindicaciones de toda la clase trabajadora.
El centenar de obreros y amas de casa que permanecen en Lima junto a sus dirigentes organizan su Olla Común y pernoctan en la Casa del Minero, mientras se movilizan en el día. Ellos colocan la nota discordante en medio de la fiesta electoral que vive el país que el próximo domingo 10 de abril concurre a las urnas para elegir a los nuevos gobernantes. Todos los candidatos, como siempre, cargados de abultadas promesas, entre ellos laborales, los que “olvidan” al día siguiente que resultan elegidos.
Solidaridad con pronunciamientos, alimentos y dinero en La Casa del Minero: cuadra 10 Av. Brasil. O al e mail: pedrocondori.libertad@gmail.com
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