Lea el Correo Internacional nº 4

Presentación
Estamos cerrando esta edición de Correo Internacional después que una gran revolución popular derribó al dictador egipcio Hosni Mubarak. Acompañamos y apoyamos esta revolución. Ahora festejamos emocionados, junto con el pueblo egipcio, este primer gran triunfo de su lucha.

Este proceso tiene una importancia extraordinaria en la lucha de clases internacional. Egipto es un país clave en el “mundo árabe”. Lo fue cuando encabezó la lucha antiimperialista y contra Israel, entre las décadas de 1950 y 1970. También cuando, a finales de los ‘70, el entonces presidente Anwar Sadat traicionó esa lucha, reconoció al estado sionista y abandonó la lucha por su destrucción. La dictadura de Mubarak profundizó esta traición al transformar el país en uno de los brazos de la “pinza árabe” que ayuda a Israel a intentar estrangular la lucha del pueblo palestino por recuperar su territorio histórico.

En un “efecto dominó”, la revolución egipcia, detonada por el proceso de Túnez, ya es continuada por una “onda expansiva”, como en Libia y Yemen, que amenaza a todos los regímenes dictatoriales y monarquías de la región, incluyendo al de Irán, la mayoría de ellos agentes del imperialismo. La “santa alianza” formada entre el imperialismo y estas burguesías tratará de frenar esa oleada revolucionaria y evitar que siga su cauce natural hacia la revolución obrera y socialista en el mundo árabe.

Como cuestión central, el proceso que derribó a Mubarak acentúa la crisis del mecanismo de control de la región por parte del imperialismo, asentada en tres pilares: el enclave militar israelí, el régimen egipcio y la petromonarquía saudí, con Jordania como el otro brazo de la “pinza árabe” contra los palestinos. Crisis que se da en el marco de la situación que el imperialismo vive en la región por su derrota militar y política en Irak y el curso cada vez más desfavorable de la guerra en Afganistán.

Se entiende, entonces, la desesperación del gobierno israelí de Benjamín Netanyahu frente al proceso revolucionario egipcio al reconocer, con inusual franqueza, que la aplicación de los acuerdos de paz con los países árabes y la propia existencia de Israel no habrían sido posibles sin Mubarak. Existencia que será mucho más difícil, y se verá amenazada, por la revolución árabe que da un salto en Egipto.

Finalmente, en medio de la crisis economía internacional y los ataques de gobiernos y patronales contra los trabajadores, la revolución egipcia, por sus características urbanas y laicas, basada en la juventud y la clase obrera, aparece como un modelo de lucha muy atractivo, incluso para los pueblos de los países imperialistas.

Por eso, más allá de sus saludos a la “lucha por la democracia”, la revolución egipcia y árabe significa “malas noticias para el imperialismo”. Busca acomodarse a esta nueva realidad a través del gobierno de Tantawi y la Junta Militar que, apoyado por las fuerzas burguesas como El Baradei y la Hermandad Musulmana, intenta aplicar una política de “transición ordenada” que consiga, a partir de algunas concesiones de una democracia burguesa restringida, contener la revolución, salvar la base esencial del actual régimen (el ejército) y dar continuidad de los acuerdos de paz con Israel.

Según Obama, la “transición” egipcia no acaba con la caída de Mubarak sino que recién se inicia. Desde un punto de vista de clase y con objetivos totalmente opuestos, decimos que las revoluciones egipcia y árabe no acaban con esa caída sino que ella es su primer escalón. Por eso, dedicamos los principales artículos de esta edición a analizar este proceso.

Incluimos también un importante dossier especial sobre la lucha contra la opresión de la mujer, a pocos días del 8 de marzo; artículos sobre Europa y la traición de las burocracias sindicales españolas; sobre la dinámica de la estructura económica brasileña; la derrota del gobierno boliviano de Evo Morales en el “gasolinazo”; la fundación una nueva central sindical en Paraguay y sus primeros pasos; un debate con la UIT (Unidad Internacional de los Trabajadores) sobre su política en la Venezuela gobernada por Hugo Chávez; la segunda parte del artículo dedicado a los 100 años de la revolución mexicana y, finalmente, sobre los avances en la construcción de las secciones de la LIT en Argentina y El Salvador.

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