Laura Restrepo, otrora militante trotskista, en la corriente que encabezaba Nahuel Moreno. Su militancia internacionalista la llevó desde Bogotá a España, y luego a la Argentina. Participó durante cuatro años de la actividad clandestina del PST (Partido Socialista de los Trabajadores) en tiempos de dictadura de Videla, dedicada hoy a la literatura, nos presenta una intensa obra autobiográfica.
Demasiados héroes, así titulada la obra, narra la historia que se reconstruye entre Buenos Aires, Bariloche y Bogotá entremezclada con canciones de Sui Géneris, Spinetta, es pues la historia de Lorenza y Mateo que llegan a Buenos Aires en busca de Ramón, el antiguo camarada de Lorenza y padre de Mateo, de quien ella se enamoró durante la «guerra sucia» en Argentina, cuando los dos eran apasionados militantes Trotskistas que luchaban contra la dictadura de Videla. Ahora madre e hijo, aunque se encuentran atrapados en la misma habitación de hotel, están distantes en cuanto a la forma de hallar al padre, quien abandonó la familia después de que cayera la dictadura. Lorenza, que llegó a la edad adulta en medio del torbellino político de los sesenta, le narra a su hijo sobre sus antiguas convicciones ideológicas y la dura pero maravillosa militancia en tiempos difíciles allá en Argentina; su hijo, un muchacho propio de los noventa, a quien no le interesa la política y desde su orilla de adolescente actual, se le complica entender el compromiso político, la defensa de las ideas y la lucha constante de aquellos militantes que solo conoce por narraciones de su madre, él solo busca a su padre real, el de carne y hueso.
En el transcurso de esta historia a menudo nos topamos con las anécdotas que narra el trabajo de la combativa, seria y disciplinada militancia trotskista, en medio de una sociedad corrompida por la cruel dictadura,
Aquella resistencia pacífica, invisible, la de los militantes que cruzaban la ciudad para entregar un periódico del partido, doblado hasta el cansancio para meterlo en cajetillas de cigarrillos. El militante que valoraba en forma increíble haber conseguido uno o dos contactos entre las trabajadoras de Bagley (fábrica de galletas en argentina) aquellos militantes que percibían de manera clara la importancia de las cotizaciones para el partido, las reuniones políticas con los estibadores alrededor de chorizos y cerveza(como ‘’CUARTADA’’ )- “¿Y en qué molestaban ustedes a los dictadores comiendo chorizo y hablando mal de ellos?”, pregunta Mateo “Era una forma de romper el silencio, de mencionar a los muertos, a los desaparecidos” responde Lorenza.-
Con un acierto puntual para cada encuentro ni un minuto de espera por el peligro constante de que los siguieran, la vida del militante a pesar de ser clandestino en su afán político era como la de un ciudadano cualquiera, durante esa dictadura que los condenaba al silencio.
Y como no mencionar a Lorenza como mujer y madre que al enamorarse de Ramón y construir una familia con él decide alejarse de la organización y escapar del terror diario, del peligro asechante que era el de perder a su hijo Mateo por la funesta dictadura.
Sin duda el valor de la militancia diaria, el compromiso constante y la férrea disciplina que la autora describe como parte de una resistencia y lucha contra la dictadura es algo que deberíamos enfatizar de la novela, y recordar también a aquellos militantes humildes o a las madres de la Plaza de Mayo en aquella resistencia infinita, invisible que con fuerza revolucionaria hicieron que la dictadura caiga.
PD. En una de sus muchas entrevistas Laura Restrepo afirma que escribió seis veces esta novela desechando las primeras versiones ya que tomaban la forma de Boletines Internos de la Organización.
Demasiados héroes, así titulada la obra, narra la historia que se reconstruye entre Buenos Aires, Bariloche y Bogotá entremezclada con canciones de Sui Géneris, Spinetta, es pues la historia de Lorenza y Mateo que llegan a Buenos Aires en busca de Ramón, el antiguo camarada de Lorenza y padre de Mateo, de quien ella se enamoró durante la «guerra sucia» en Argentina, cuando los dos eran apasionados militantes Trotskistas que luchaban contra la dictadura de Videla. Ahora madre e hijo, aunque se encuentran atrapados en la misma habitación de hotel, están distantes en cuanto a la forma de hallar al padre, quien abandonó la familia después de que cayera la dictadura. Lorenza, que llegó a la edad adulta en medio del torbellino político de los sesenta, le narra a su hijo sobre sus antiguas convicciones ideológicas y la dura pero maravillosa militancia en tiempos difíciles allá en Argentina; su hijo, un muchacho propio de los noventa, a quien no le interesa la política y desde su orilla de adolescente actual, se le complica entender el compromiso político, la defensa de las ideas y la lucha constante de aquellos militantes que solo conoce por narraciones de su madre, él solo busca a su padre real, el de carne y hueso.
En el transcurso de esta historia a menudo nos topamos con las anécdotas que narra el trabajo de la combativa, seria y disciplinada militancia trotskista, en medio de una sociedad corrompida por la cruel dictadura,
Aquella resistencia pacífica, invisible, la de los militantes que cruzaban la ciudad para entregar un periódico del partido, doblado hasta el cansancio para meterlo en cajetillas de cigarrillos. El militante que valoraba en forma increíble haber conseguido uno o dos contactos entre las trabajadoras de Bagley (fábrica de galletas en argentina) aquellos militantes que percibían de manera clara la importancia de las cotizaciones para el partido, las reuniones políticas con los estibadores alrededor de chorizos y cerveza(como ‘’CUARTADA’’ )- “¿Y en qué molestaban ustedes a los dictadores comiendo chorizo y hablando mal de ellos?”, pregunta Mateo “Era una forma de romper el silencio, de mencionar a los muertos, a los desaparecidos” responde Lorenza.-
Con un acierto puntual para cada encuentro ni un minuto de espera por el peligro constante de que los siguieran, la vida del militante a pesar de ser clandestino en su afán político era como la de un ciudadano cualquiera, durante esa dictadura que los condenaba al silencio.
Y como no mencionar a Lorenza como mujer y madre que al enamorarse de Ramón y construir una familia con él decide alejarse de la organización y escapar del terror diario, del peligro asechante que era el de perder a su hijo Mateo por la funesta dictadura.
Sin duda el valor de la militancia diaria, el compromiso constante y la férrea disciplina que la autora describe como parte de una resistencia y lucha contra la dictadura es algo que deberíamos enfatizar de la novela, y recordar también a aquellos militantes humildes o a las madres de la Plaza de Mayo en aquella resistencia infinita, invisible que con fuerza revolucionaria hicieron que la dictadura caiga.
PD. En una de sus muchas entrevistas Laura Restrepo afirma que escribió seis veces esta novela desechando las primeras versiones ya que tomaban la forma de Boletines Internos de la Organización.
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